Aunque trabajaba principalmente como pintor de jarrones en la Antigua Grecia, Demetrios es criticado por su falta de determinación y su capacidad para mantener
la calma en momentos críticos. Un día, un rayo lo alcanza repentinamente y lo transporta a Tokio en 1964, el primer año en que Japón albergó los Juegos Olímpicos de Verano.
Más que acomodado por una familia que simplemente lo excusa como un inofensivo extranjero, Demetrios termina trayendo los conocimientos adquiridos en la era moderna a su propia época
cada vez que regresa tras ser alcanzado por un rayo. Al viajar repetidamente entre las dos eras, Demetrios aprende a impresionar a sus compañeros de aldea
y comienza a defenderse, justo a tiempo para hacerse más fuerte y organizar y participar en sus propios Juegos Olímpicos en casa.